En el aeropuerto JFK de Nueva York un cartel avisa antes de un control policial de que los viajeros no deben reírse ni hacer bromas o serán detenidos. Salvo que teman un atentado de Ahmed a uno no se le ocurre qué riesgo terrorista conllevaría una broma, qué tiene que ver esa apelación a la seriedad con la seguridad, con evitar atentados. Uno pensaría que el objetivo no es la seguridad, sino precisamente la humillación y el terror: el viajero que entra en un aeropuerto tiene que ser consciente de que es una mierda, de que tiene que soportar cualquier vejación a la que sea sometido.

En Europa ha habido atentados del terrorismo religioso internacional. En Madrid colocaron bombas en varios trenes. En Londres en un autobús y en el metro. En Bombay hubo también atentados en un tren, de forma muy parecida a la de Madrid. Pero el sistema de humillación se restringe a los aeropuertos, mientras que en los cercanías de Madrid no parece haber ni una sola medida de seguridad que no hubiera antes del 11 de marzo de 2004 sin que por ello se hayan reiterado los atentados.

Ahora van a prohibir usar el i-pod y el ebook durante todo el vuelo. Tampoco se podrá mear en la última hora de viaje, por si alguien tiene dinamita en la vejiga. Pronto será obligatorio volar con chancletas (ojo, sin calcetines) y estará prohibido taparse con la mantita que dan en los vuelos transatlánticos.

No sabemos que el tipo que prendió un petardo en el avión a Detroit fuera a usar aparatos electrónicos ni necesitase evacuar antes de inmolarse. Tampoco sabemos por qué tendría que ir al baño una hora antes y no dos o una hora y cuarto. Da igual, porque no se trata de eso. Todavía nadie ha informado de qué es lo que falló para que entrara con explosivos en un avión, pero al minuto de conocer la noticia ya sabíamos las nuevas medidas de seguridad a las que nos someterán.

Y tragaremos. Y cualquier día dan otra vuelta de tuerca más con cualquier excusa y volveremos a tragar. Y cuando ya no sepan cómo demostrar nuestra insignificancia en los aeropuertos comenzarán a aplicar medidas de seguridad en las ciudades con aeropuerto, luego en las provincias y finalmente en los países que tengan aeropuerto. Y en todos esos países estará prohibido siquiera sonreír, como en el JFK ahora: siempre por nuestra seguridad.

Feliz año nuevo, feliz 1984.