El problema de las leyes electorales no es el consenso. Obviamente es deseable que una ley electoral cuente con el apoyo de todas las partes que se someten a ella. Pero eso es básicamente imposible porque esas partes no son los partidos con representación previa, sino las candidaturas que se presentan. Podemos imaginar que si todos los partidos con representación parlamentaria fueran tan mezquinos como el PP se podrían poner de acuerdo para que los partidos que no fueran parlamentarios tuvieran que alcanzar un 20% para entrar en las instituciones, por ejemplo (una extensión de la reciente exigencia de avales sólo a esos partidos). Esa sería una norma “consensuada” entre una parte de las candidaturas y sería bochornosa e ilegítima.
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Hay algo que no has nombrado. El acuerdo o consenso para la aprobación de una ley electoral es necesario por dotar de estabilidad al sistema político. De hecho hay un fallo legal, porque una reforma de este tipo debería ser mediante mayoría cualificada. Si cada vez que un partido tiene mayoría absoluta cambia la ley electoral en su beneficio estaríamos ante un escenario muy inestable y muy antidemocrático. Para empezar porque habría un número mayor de ciudadanos que no comprenderían bien el sistema.