Ayer la ministra Dolores Delgado explicó que la publicación de sus conversaciones con Villarejo obedece a un chantaje de «las cloacas del Estado alimentadas por el PP«. La ministra mostró una memoria muy selectiva al achacar al PP la exclusiva de esa cloaca concreta del Estado. A Villarejo también lo alimentó y muy bien el PSOE: fue en tiempos de Corcuera cuando Villarejo elaboró el llamado «informe Véritas» para acabar con Baltasar Garzón cuando éste investigaba el terrorismo de Estado. Que ayer Garzón fuera comensal y hoy defensor del clan Villarejo sólo muestra que en determinados ámbitos nada es personal, todo son negocios.

Más allá de ese lapsus, lo verdaderamente trascendental es que una ministra reconozca la existencia de «cloacas del Estado«. Es algo absolutamente insólito y además es positivo. De los aspirantes a gobernar en España sólo Aznar había denunciado las cloacas en la oposición, prometiendo acabar con ellas en nombre de la democracia cuando llegara a Moncloa. Pero luego lo único que hizo fue cambiarle el nombre al CESID por CNI y comenzó, como dijo ayer la ministra, a «alimentar las cloacas del Estado«.

Durante el gobierno de Rajoy la actividad antidemocrática de esas cloacas ha sido extraordinariamente intensa. No sólo se han usado en las guerras mafiosos entre corruptos del PP sino como instrumento para construir mentiras o para financiar el desgaste de la oposición. Es conocida la elaboración del llamado «informe Pisa» plagado de inventos contra Pablo Iglesias que publicaba/blanqueaba la prensa de esa cloaca y usaba el PP después. Y las fabricaciones contra dirigentes independentistas como aquella falsa cuenta corriente en Suiza del ex alcalde convergente de Barcelona Xavier Trias. No es tan conocido cómo se financió el exhaustivo rastreo de tuits antiguos que dio tantos minutos de gloria al aparato propagandístico de las cloacas en 2015.

Es muy importante que una ministra reconozca la existencia de esos aparatos antidemocráticos. Dolores Delgado no es una recién nacida en el Estado. Viene de la fiscalía de la Audiencia Nacional: no ha oído hablar de esas cloacas en la tele, sino que viene de estar en uno de los núcleos del Estado en contacto íntimo con los máximos centros de seguridad. Cuando Dolores Delgado habla de las cloacas del Estado no es sólo una estrategia de defensa.

Ahora la clave está en saber qué va a hacer este gobierno para desmantelarlas. Tenemos el primer gobierno de nuestra democracia que reconoce la existencia de esos aparatos mafiosos y antidemocráticos insertos en la estructura del Estado. Debe ser una prioridad de Estado desmantelar esas estructuras. No las «alimentadas por el PP«, no las que ahora «chantajean«: todas. Un Estado que funciona mediante cloacas tiene una gravísima carencia democrática. Un gobierno demócrata desmantela radicalmente esas estructuras. La excusa para no desmantelarlas hasta ahora era negar su existencia por evidente que fuera: ayer la ministra constató su existencia.

Por cierto, nadie de ningún partido (nadie del PP) se mostró ofendido porque se afirmara que nuestro Estado vive sobre cloacas. Seguramente ni les llamó la atención tal obviedad.