En las últimas semanas han salido varias encuestas (El País, El Periódico, y esta mañana en ElDiario.es) que confirman el deterioro de los dos grandes partidos (pero sin cuestionar que sigan siendo los más grandes a considerable diferencia del siguiente, Izquierda Unida), el crecimiento de IU y, algo menos, UPyD y la aparición en el Congreso de varias fuerzas que hoy son extra-parlamentarias. Las tres encuestas asignan escaños, por lo que desviamos la mirada del resultado electoral a su presumida traducción en escaños. Las tres dan una imagen parecida por lo que parece absurdo pensar en cocinas orquestadas de acuerdo con un maléfico plan conspirador. Podríamos unir un cuarto estudio, el realizado por Izquierda Unida (a través de su secretario electoral, Ramón Luque) hecho a partir de las bases de datos del CIS, que son públicas por lo que se puede descocinar sin trampa ni cartón y cocinarla de nuevo con los criterios que uno considere. Y en tal estudio lo que se ve es  un aumento de la misma tendencia aunque con una caída del PP felizmente mayor que en otras, desgraciadamente menor que la merecida.

No aparecen sumas de bloques tradicionales fáciles: CiU, PNV y CC no podrían dar la mayoría a quien la necesite de PP o PSOE como hicieron siempre, en algunas aparece la necesidad de que PP se apoyara a la vez en UPyD y CiU (pirueta que sería bastante increible y suicida para ambos), en casi ninguna se da la posibilidad de que el conjunto de las izquierdas (desde Amaiur, CUP e Izquierda Unida a Compromís) sumaran con el PSOE mayoría absoluta… Sólo en el estudio de IU a partir de las encuestas del CIS aparece la posibilidad de que los escaños de PSOE e IU sumaran una mayoría milimétricamente absoluta (176-177 escaños, la mayoría absoluta son 175) que tampoco está escrito en ningún lado que fuera deseada por ninguno de los dos (gobernar ¿haciendo qué?).

Sin embargo hay una suma que todas las encuestas dan como perfectamente posible y que nunca es recogida siquiera como hipótesis en los artículos que siempre componen mayorías de gobierno posibles. Es la suma que se está dando en Europa siempre que es conveniente, en Grecia, en Alemania (también en Euskadi y Navarra, por ejemplo, o ahora en Cataluña) y donde ha sido menester: la alianza explícita de los dos partidos que vertebran políticamente el neoliberalismo, los partidos conservadores y los partidos socialdemócratas, PP y PSOE. En todas las encuestas PP y PSOE suman holgadamente la mayoría absoluta.

Si existiera un señor llamado régimen al que preguntar como a un oráculo nos aconsejaría que mejor que PP y PSOE se mantengan sentados uno enfrente del otro, con propuestas troncales idénticas pero ramas distinguibles (dos patas distintas de la misma mesa, distintas, sí, pero de la misma mesa) que permitan el juego de sustituir a uno por el otro cuando se desgaste el que gobierna: es lo que ha garantizado desde 1978 en España la política de privatizaciones, precarización laboral, desindustrialización, entrega de la soberanía a Washington y Bruselas, enladrillamiento y asfaltado del país, rescate de la banca y de los banqueros, corrupción y crimen de Estado de uno denunciado (leve y brevemente) por el otro, etc. Todo ello coronado, literalmente: vinculado a la servidumbre a una monarquía que representa perfectamente toda esa alianza de corrupción, poder económico, destrozo medioambiental, política exterior sumisa y belicosa al dictado… Unir a ambos en un sólo gobierno puede ser disfuncional ¿cómo garantizar que el enfado por seguir haciendo lo mismo no deteriore aún más la gobernabilidad, esto es, la alternancia entre partidos obedientes al señor régimen?

Pero si al señor régimen se le explica un resultado en que alguno de los dos partidos tuviera que gobernar condicionado por partidos que puedan cuestionar cualquiera de los cimientos del edificio es seguro que elegiría la misma opción por la que se han decantado los señores regímenes vecinos: una alianza entre PP y PSOE hasta que escampe, que ya se nos ocurrirá algo nuevo (¿potenciar a una UPyD para que emerja como emergió AP ante el desmoronamiento de UCD? ¿simular al final de la legislatura una ruptura del bipartito con mucho enfado porque en el fondo son dos partidos muy diferentes?). Como mínimo un pacto PP-PSOE garantizaría cuatro años de apuntalamiento de un señor régimen que está muy malito. Sería un primer ingreso hospitalario hasta recuperar las constantes vitales y entonces volver a hacer como que la mano izquierda se pelea con la mano derecha como en un teatro de marionetas.

Si se cumplen las encuestas, ¿alguien duda realmente de que la única hipótesis probable es aquella de la que no habla ningún análisis de las encuestas, la alianza del PP y el PSOE en nombre del sentido de Estado, la responsabilidad, el consenso, el espíritu de la Transición, la cadera del rey y la peineta de Cospedal?

Felizmente ni el futuro electoral ni el futuro político están escritos. De aquí a unas elecciones puede mantenerse una tendencia como la descrita por las encuestas o emerger un bloque crítico, que amenace al señor régimen casi tanto como éste nos daña a nosotros. También existe la posibilidad de que cuele el discurso de los brotes verdes y que el PP se recupere. Nada está escrito pero habremos de intentar escribir nosotros porque el señor régimen tiene unos amanuenses, los mercados, que como dice Montoro no son gilipollas. Tendremos que demostrar al señor régimen que el pueblo tampoco es gilipollas.