A la salida de aquel Consejo de Ministros la vicepresidenta informó a los periodistas:

-Tenemos cuatro noticias: dos buenas y dos malas, ¿por cuáles quieren que empiece?

-¡Por las buenas! ¡Por las buenas!- contestó entusiasta el periodista de elplural.com.

-El presidente Zapatero va a declarar que la crisis nos enseña que hay que cambiar el modelo productivo y que la igualdad entre hombres y mujeres es fundamental.

-¿Y las malas?- preguntó el enviado de lanacion.es

Ya tenemos un plan-Que acabamos de aprobar un plan contra el paro que se centra en la construcción, es decir, en el mismo modelo productivo que dice el presidente que vamos a cambiar y que es el sector más masculinizado de nuestra economía.

Aquella rueda de prensa no fue así: muy pocos nos advirtieron de la farsa en que consistía el Plan E. Más allá de que la inmensa mayoría de las obras sólo dejará una cuestionable mejoría estética de nuestros pueblos y ciudades, el Plan E ha generado un puñado de empleos de mala calidad (las propias bases del plan exigen que sean obras que terminen rápido) y muy masculino.

Los datos son claros: las recientes bajadas del paro que tanto nos alegran son exclusivamente masculinas. En el mes de junio hubo 45.568 afiliados más a la Seguridad Social. No hace falta utilizar «afiliados y afiliadas», porque de ellas no hay noticias: Las inscripciones masculinas aumentaron en 48.308 personas, mientras el número de mujeres inscritas se vio reducido en 2.734.

La única buena noticia real que supone el Plan E es que por fin se utiliza el gasto público para generar empleo: y funciona. Funciona mal, sí, pero no por ser gasto público sino porque la apuesta era ésta: empleo malo y exclusivamente masculino. Por lo demás es la consolidación del modelo político de Zapatero: muchísimo autobombo, declaraciones altisonantes y hermosas… y política económica continuista de ésa que el propio gobierno declara fracasada.