En el Foro Social Mundial en Madrid, celebrado este fin de semana hubo un taller sobre la relación entre movimientos sociales y partidos políticos durante la mañana del sábado. Hubo quien contó a más de 120 asistentes revelando la importancia que tiene el tema para la izquierda activa. En el taller participábamos gente de movimientos sociales (ecologistas, feministas, activistas del Patio Maravillas, de asociaciones de memoria histórica,…) profesores universitarios y otra gente que representábamos a organizaciones políticas: Izquierda Unida e Izquierda Anticapitalista.

Hubo una primera conclusión que pareció bastante unánime: la frontera o incluso enfrentamiento entre movimiento social y partido político es una frontera falsa, pues ambos son espacios de lucha que adoptan diferentes formas y estrategias, con un objetivo común de transformación de la sociedad. Forman parte de lo mismo, como el manillar y las ruedas de una bicicleta que no son exactamente lo mismo, pero participan del mismo objetivo.

Otro aspecto, crucial en estos momentos, fue puesto sobre la mesa por Yayo Herrero, de Ecologistas en Acción: no sólo hay que preguntarnos por la relación entre movimientos sociales y partidos políticos, sino por la relación de los partidos políticos de la izquierda entre sí. Tal como explicó a los movimientos sociales les suponía una seria dificultad no tener un referente unitario generando incluso tensión en los movimientos, por ejemplo, ante cualquier proceso electoral. Curiosamente el debate del taller reflejó exactamente eso: que hay mucha más complicidad entre movimientos sociales y partidos políticos que precisamente entre los partidos políticos.

Por una parte sorprendía la excesiva fijación con Izquierda Unida mostrada por algunos compañeros de Izquierda Anticapitalista, como si el enfrentamiento con IU fuera una seña de identidad propia. Algo que luego se revelaba más escénico que real al encontrarnos fuera del taller con la camaradería propia de quienes en la práctica compartimos luchas y lo esencial de los diagnósticos. A pesar de esa distancia encuentros como el del sábado (y, en general, espacios como el Foro Social Mundial) son imprescindibles y habría que potenciarlos y darles continuidad. Es evidente que la posición de IA no es hoy la de participar en la refundación de la izquierda, a pesar de que tal proceso resulte cada vez más imprescindible para que haya una izquierda fuerte frente a una crisis del neoliberalismo que lo lleva a mostrar su peor cara. Pero espacios de debate y de elaboración política como el del sábado son fundamentales para ser más útiles, para derribar enconamientos.

Hubo quien preguntó cómo se mide la fuerza de los movimientos sociales y los partidos políticos más allá del recuento electoral. Creo que sólo hay un termómetro: el temor que nos tenga Emilio Botín. Si le damos igual a Emilio Botín es que somos muy flojos; si Emilio Botín nos considera entre sus (escasos) enemigos es que estamos en el buen camino. Por eso es el momento de hacer esfuerzos por arrinconar los motivos para el enfrentamiento y tratar de repetir espacios de encuentro y diálogo como el que tuvimos en el FSM. Porque a Botín le resultaría más molesta la izquierda si estuviera empeñada en derribarle y no en meter el dedo en el ojo al de al lado.