Hace aproximadamente un mes Álex de la Iglesia era malo. Por alguna razón decidió encabezar la defensa de la Ley Sinde. En su defensa convocó una reunión con algunos de quienes más la criticaban. Cuentan quienes conocen aquella reunión que en ella le explicaron las implicaciones de la Ley Sinde y, sobre todo, algunas de las alternativas al modelo actual de derechos de autor y cómo esas alternativas beneficiarían incluso económicamente a los creadores. Álex de la Iglesia salió de la reunión diciendo que había aprendido mucho y cuando la Ley Sinde se aprobó escribió que era un desastre y dimitió de la presidencia de la Academia de Cine. Entonces Álex de la Iglesia pasó a ser un santo. Y el puesto que un par de semanas antes ocupaba él pasó a ser ocupado por el resto de cineastas.

Así que mientras la red se llenaba de narices rojas en alusión a la foto que tiene el nuevo santo en su twitter, se convoca una protesta en la ceremonia de los Goya y nuestros Anonymous caseros organizan un ataque DDoS contra la web de los Premios Goya el día en que se entreguen para que no se puedan seguir por ahí.

La concentración podría ser una buena idea. Podría haber una concentración en la puerta de los Goya en la que cada uno se disfrazase de un personaje de su película española favorita y fuera dando a cada persona que entrara en los premios Goya un panfletito sencillo en el que explicara cómo a quienes quieren hacer cine les beneficia tanto el cambio de modelo como a quienes queremos verlo. Incluso en tal panfletito se podría dar un mail o un teléfono para intentar quedar y convencerles, como a Álex de la Iglesia, de que quienes defendemos la cultura libre necesitamos para ello que haya cultura. Pero mucho me temo que la concentración no será más que una muestra de hostilidad contra los cineastas, escenificando ese falso e interesado conflicto entre creadores e internautas.

El ataque a la web sí que no tiene ni pies ni cabeza. Los ataques DDoS se idearon como respuesta a quienes efectivamente violan la libertad de expresión desde su posición de poder. Por ejemplo, las tarjetas de crédito, instrumentos de pago, etc… que boicotearon la financiación de Wikileaks para dificultar la difusión de los cables del Departamento de Estado estaban atacando ilegítimamente a un medio de comunicación (o similar). Pero la gente del cine que está defendiendo la pervivencia de un modelo de derechos de autor tan restrictivo están presionando al gobierno, como hacemos o deberíamos hacer todos en la defensa de lo que creemos justo, para que cambie la legislación. Su presión no es ilegítima en absoluto por muy equivocada que sea. Recordemos que aquí no se ha tumbado la web de ninguna de las iglesias que pretenden discriminar por opción sexual ni de los partidos (casi todos) que han defendido la expulsión de inmigrantes por poner dos ejemplos de defensas de violaciones de derechos cotidianas.

Hay un sanísimo movimiento en defensa de la cultura libre. Pero no se puede negar que la furia anti-titiriteros alimentada por la extrema derecha (la heredera de Millán Astray y su muera la inteligencia) se intenta infiltrar entre nosotros. Personalmente me dan igual los premios Goya, como cualquier premio: lo que me interesan son las películas, no el vestido que lleva tal actriz o si el actor cual declara su amor en el atriz. Sólo me interesaron los premios en la gala de 2003 porque se convirtieron en uno de los más potentes instrumentos de defensa de los derechos humanos que hemos tenido: aquella gala del No a la guerra fue probablemente el origen del odio de la derecha a nuestro cine. Si los premios sirven como escaparate para que a más gente le interese el cine, estupendo, a mí no me hace falta.

Quiero que se haga cine. Y poderlo ver. Quiero que Iciar Bollaín (tan equivocada en el asunto de los derechos, en mi opinión) pueda hacer muchas películas como También la lluvia y que la vea cuanta más gente mejor. Como quiero cultura libre, quiero que se haga cultura. Pero no voy a defender la difusión de la cultura contra quienes están en su origen. Que cunda el ejemplo de Álex de la Iglesia. Y de quienes fueron a hablar con él. Expliquémonos. Escuchemos los problemas de los creadores. Y luchemos juntos por un modelo más inteligente.

Viva la inteligencia, muera la muerte.

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