Ayer se publicó la posición de partida de Podemos para las elecciones: no presentar candidaturas de Podemos a las municipales participando en candidaturas ciudadanas y democráticas donde las haya y proponerse las autonómicas como reto para que en principio (en función de las particularidades de cada comunidad) sí haya candidaturas propias de Podemos.

La propuesta fue una alegría para quienes estamos convencidos de que las municipales son un hito imprescindible para la ruptura democrática y consideramos que tal sólo será posible desde la unidad popular. Es una apuesta nítida por esa unidad generalizada y no era lo más previsible; así que bienvenida sea la propuesta y aprovechemos para impulsar la fuerza de todas esas iniciativas ciudadanas, democráticas y rupturistas. Sin embargo, desde el respeto que tengo a Podemos (a quienes trato como los compañeros que son) hay dos objeciones a la propuesta tal y como se ha escrito.

Una objeción logística y otra argumentativa (digamos: teleológica).

La logística tiene que ver con dos procesos electorales que coinciden en el mismo día pero a los que iríamos con diferentes candidaturas. Uno no sabe cómo se haría el cierre de campaña, por ejemplo (¿un acto en una plaza para las municipales y después diferentes actos de las diferentes candidaturas autonómicas en plazas cercanas?); cómo nos acreditaríamos los apoderados e interventores que participemos en las candidaturas ciudadanas municipales y en otra candidatura autonómica (¿con los dos «logos»? ¿no es esa la mejor manera de que las candidaturas ciudadanas parezcan la suma de siglas que no son?); tampoco parece muy sencillo hacer un discurso diferenciado, especialmente en comunidades macrocéfalas como la de Madrid, donde tengamos discursos comunes para cada uno de los municipios pero no para la región que estos municipios conforman. Pero sobre todo, cualquiera que haya pasado alguna jornada electoral en un colegio sabe que puede ser un lío para un importante número de electores entender que no vota lo mismo en dos elecciones que se celebran el mismo día en el mismo sitio. Uno de los aciertos más cuestionados de la candidatura de Podemos en las europeas fue usar como logo la cara de Pablo Iglesias porque eran conscientes de las dificultades insospechables que a veces tiene el elector para identificar el voto que quiere emitir: sin embargo, en las elecciones de mayo se apostaría según esta propuesta por el extremo opuesto, por exigir a todos los votantes (esperamos que a una mayoría de ellos) un conocimiento de la coyuntura político-electoral demasiado complejo.

Estas dificultades logísticas son hijas de la otra objeción que hago a la propuesta de candidaturas que se difundió ayer: el argumento, el por qué proponen hacerlo así. Y es que en un año decisivo para poder conquistar cambios históricos el documento parece afrontar las municipales y autonómicas como instrumento para sacar mejores resultados en las generales: preservar «la marca» en las municipales, lanzarla en las autonómicas… Uno piensa que las organizaciones que participen en las candidaturas ciudadanas rupturistas saldrán muy reforzadas, pero ésa es sólo una razón secundaria para apoyarlas. La principal es que esas candidaturas mostrarán el esfuerzo de los distintos por impulsar el cambio en cada ciudad, en cada autonomía, en el conjunto del país. El objetivo es cambiar el país y para ello es fundamental la toma de las instituciones: desde los ayuntamientos a la Moncloa pasando por cada gobierno autonómico. Si se ganan sólo las generales, las dificultades para cambiar realmente el país serán colosales.

Si ese es el motor de nuestras decisiones políticas (y no debería ser otro: las apelaciones a patriotismo de organización no pueden ser más miopes) el valiente paso dado por la organizaciones y sobre todo por miles de ciudadanos no encuadrados en partidos políticos debería intentarse en todo proceso institucional. Por supuesto manteniendo los criterios que están guiando las candidaturas municipales y en los que estamos todos de acuerdo: candidaturas de protagonismo e impulso ciudadano (no suma de siglas ni acuerdos cupulares) y radicalmente democráticas en la elección de candidaturas y programas y en el control de los cargos públicos que se obtengan. Habrá sitios donde sea más fácil y otros donde sea imposible. Pero como lo que nos guía es cambiar el país, echar a los saqueadores y construir una democracia política y económica lo más plena posible… no sería comprensible que no lo intentemos todos por cálculos tacticistas que pongan a una organización (cualquiera) por delante del país.

El camino es largo y el paso de ayer muy positivo. Con calma, fraternidad, valentía y la altura de miras histórica que el momento político requiere seguro que nos encontraremos. Y lo ganaremos todo.