No es verdad que sólo podamos votar a nuestros representantes para que, tras la transubstanciación obra y gracia de la ley electoral, éstos hagan lo que les dé la gana (o lo que les salga más rentable sobres de constructores mediante). De vez en cuando nos dejan votar cosas. En casi todos los medios digitales podemos encontrar encuestas para que votemos si el ser humano llegará a Marte, si la crisis acabará en 2017 o si Neymar y Messi son compatibles.
En algunas votaciones no sólo podemos opinar sobre cosas ajenas sino incluso nos dejan tomar decisiones relevantes como enviar a Chiquilicuatre a Eurovisión. En estas ocasiones la democracia se blinda y para evitar errores (que ya se sabe que las urnas dieron el poder a Hitler) RTVE mandó al carajo nuestro derecho a decidir y manda a Eurovisión a los cantantes anodinos de siempre, como si mandar una farsa a Eurovisión fuera una grave irresponsabilidad o afectara a la marca España o alguna cosa tremenda así.
La revista Time selecciona todos los años a la «persona del año». En 2007 decidieron demostrar que eran demócratas, abiertos, que sus lectores les importaban… y pusieron una votación en la web para que la «persona del año» fuera elegida por los internautas. Transcurridas unas semanas el ganador estaba claro: iba a ganar con mucha distancia sobre el segundo el presidente de Venezuela Hugo Chávez. Así que Time decidió cancelar la votación y demostrar que ello no era un desprecio a los votantes sino todo lo contrario: en vez de la foto de una persona en 2007 Time puso en portada un espejito y nombró persona del año a «You», a los internautas, verdaderos protagonistas y bla, bla, bla… «premiaba» a aquellos cuya decisión de premiar a Chávez se saltaban con esa autoparodia.
Estas semanas el Ayuntamiento de Alcañiz ha hecho un ridículo similar. Para demostrar que el pueblo puede decidir las cosas importantes sacó a concurso y votación popular el cartel de las fiestas del pueblo. Y la gente votó. Y votó un cartel con una foto del hospital con un lazo negro como reivindicación del hospital público, de gestión pública, que la gente de Alcañiz quiere para la zona. Y al Ayuntamiento le pareció que el pueblo era irresponsable al no darse cuenta de que el cartel de las fiestas es mucho más importante que la defensa de la sanidad. Así que el Ayuntamiento (PP) anula la decisión de sus irresponsables ciudadanos (no la de elegirle como alcalde, que esa fue un acierto, sino la de elegir el cartel que les diera la gana) y ha optado por un mucho más entrañable cartel de evocadores motivos aragoneses fechado en 1951, época en la que no votábamos porque no había internet. Bueno, y por lo de la dictadura, y esas cosas cicatrizadas.
El miedo que tienen a la más mínima e inocua decisión popular es tan revelador como patético. No es ya que no nos dejen decidir las cosas importantes que afectan a nuestra vida (nuestro modelo sanitario, el rescate bancario, la reforma de la Constitución, la jefatura del Estado…). Es que las pocas nimiedades que nos dejan elegir tienen un cauce perfectamente definido fuera del cual la autoridad debe imponer la cordura.
Nos dan la mano y nos tomamos el brazo. Menos mal que están ellos para rectificarnos. Si no sabemos ni elegir un cartel para las fiestas sin que tenga que venir el señor alcalde a arreglar el desaguisado, ¿cómo vamos a pedir tener capacidad de decisión en los asuntos relevantes? Pedir más democracia es peligroso populismo. Recordad que así, votando sin control, ganó Hitler. E incluso la persona del año 2007. El pueblo es sabio, salvo cuando opina.
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La foto es de Público.es