Una de las consecuencias que tiene la conversión de los fascismos históricos en Mal Absoluto (dado que perdieron la guerra) es que el fascismo se ha convertido en inefable. A diferencia del otro Mal Absoluto (el terrorismo) nada es comparable con el fascismo. Incluso se creó una norma retórica, la ley de Godwin, según la cual en algún momento de toda discusión alguien compara lo que defiende el otro con Hitler y en ese momento ha perdido la discusión. Parecería que los fascismos hubieran sido hechos sobrenaturales cuya mera comparación con lo que hiciera o pensara cualquier humano actual es el síntoma más claro de haber perdido los papeles.
El fascismo lo crearon los humanos (por cierto, su expansión vino a raíz de una gran crisis económica) y fue más complejo que un Mal Absoluto y por eso aquellas sociedades (que no eran más estúpidas que las nuestras) se dejaron seducir por él. Desde la Segunda Guerra Mundial no hemos observado los valores fascistas vinculados a grandes movimientos sociales: en ese sentido es verdad que el fascismo hasta ahora no se ha repetido. Sin embargo, que no se repita tal cual no quiere decir que algunos de sus rasgos no estén muy presentes en algunos ciertos políticos e incluso sean hegemónicos estética o políticamente.
No sería difícil señalar a algún partido que usa el nacionalismo centralista (por oposición al internacionalismo entonces y a otros nacionalismos ahora), en medio de un partido laico (pero nunca anticlerical) y relativamente futurista, que renuncia a la dialéctica izquierda-derecha pues anuncia que su partido supera tal dinámica. Esos rasgos encandilaron a numerosos intelectuales de los años 20 y 30 y gustan también a algunos intelectuales españoles actuales. Si añadimos un cierto culto a la personalidad podemos lograr incluso el favor popular.
Pero no sólo es un partido.
Si la palabra fascismo no estuviera prohibida, sería la que estaríamos utilizando para explicar qué valores llevan a los concejales de CiU, PSC y ERC de Vic y a los del PP de Torrejón de Ardoz a tratar de excluir civilmente a la población extranjera, sin que sus partidos tengan urgencia en rechazar sus posiciones. Y ello en medio de la aprobación de la directiva de la vergüenza europea y del reciente endurecimiento de la Ley de Extranjería española. La conversión de una minoría étnica en el chivo expiatorio de los problemas económicos de los trabajadores patrios tampoco es nueva.
Como no podemos utilizar la palabra fascismo para explicarlo, habrá que evitar usarla. Pero tengámosla a mano.
Información Bitacoras.com…
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Y claro, si hay que asumir los planteamientos de la ultraderecha para no perder votos, uno se pregunta qué sentido tiene mantener la ficción de que se esta en la izquierda en lugar de ingresar directamente en la ultraderecha cuyos valores se están asumiendo.
Pd/ ¿Se podría demandar al PSC o a Esquerra Republicana por publicidad engañosa?
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Los brotes fascistas, tienen ahora el terreno abonado, y ensombrecen los brotes verdes, si és que algunos han nacido ya…porque con la que está cayendo…(lluvia ácida), lo van a tener difícil. Yo no voy a perder la esperanza. Salud
Una puntualización: la población extranjera no está excluida, es «solo» la inmigrante, mayormente de piel oscura. Los extranjeros arios que vienen de vacaciones y a utilizar gratis la Seguridad Social siguen siendo bienvenidos, y nadie pregunta por el coste para las comunidades autónomas del levante. En sus paises hacen cola y tienen que pagar para ser reembolsados por su aseguradora en un 90%. En España es gratis y con la connivencia de la Comunidad Autónoma de turno, no sea que dejen de venir turistas.
Actitudes fascistas sin lugar a dudas.
De todas maneras el uso de la palabra terrorista es complejo. El poder lo usa para acusar a todas aquellas oposiciones serias y combativas como el anarcosindicalismo.
Yo discrepo sustancialmente. De hecho, el problema es que hoy le llamamos fascismo a todo lo que no nos gusta: que si al nacionalismo que no nos cae bien, que si a cualquier posición reaccionaria o sencillamente conservadora, que si a cualquier racista o xenófobo. Pero el fascismo es mucho más que eso y xenófobos ha habido antes y después del fascismo, sin necesariamente ser fascistas. Estirando el término se convierte sencillamente en un insulto y una palabra arrojadiza, a costa de perder su significado original y -por lo tanto- de diluir e incluso suavizar lo que significaron los fascismos.
Por otro lado, disiento de que UPyD, como estamos venga a decir desde la izquierda, tenga que ver nada con el fascismo, los paralelismos resultan muy forzados y muchos partidos no fascistas han pretendido haber superado la dinámica derecha-izquierda, incluidos muchos partidos de centro, por cierto. Lo del futurismo aplicado a la Díez será broma ¿no? Y, obviamente, tienes razón en una cosa que dejas caer: no se puede ser laico sin ser anticlerical, dado que el laicismo se opone por principio al clericalismo.
Luego nos quejamos de que en cuanto denunciamos el paro y la explotación laboral, alguien nos saca a colación Katyn…
Totalmente de acuerdo con lo que dice Luis. El problema es ademas extensible a otros términos, a los que se les ha vaciado de sentido y creando campos semanticos (nacionalistas, partidos de derecha, etc.) lo que al final resulta negativo para racionalizar cualquier propuesta.
Si el fascismo triunfó en un determinado momento histórico fue porque consiguió sacar lo peor que el ser humano lleva dentro. Los demócratas tenemos que intentar que eso no vuelva a pasar, porque las personas tenemos muchas más cosas buenas que malas. Pero que nadie se olvide: somos animales y muchos prefieren prescindir de la racionalidad.
Perdon ,estaba de acuerdo con lo qie decia Julian, que me lio yo con el orden de los factores.
Muy buen artículo Hugo, en tu línea.
Comenzaré diciendo que estoy de acuerdo en utilizar el término fascismo como metáfora aunque no en sentido absoluto. Yo soy de los que piensan, y siento ser así de raro, que anacronismos los justos y que a las cosas hay que llamarlas por su nombre. El Fascismo fue un movimiento político que ahora todavía tiene algunos escollos lamentables pero que fue clausurado como tal, de igual manera que lo fue el liberalismo clásico y ha sido sustituido por el neoliberalismo que viene a ser parecido pero en un contexto claramente distinto. Por tanto, a las cosas por su nombre.
Ahora, en la izquierda tenemos tendencia también (y esto fuera del debate que planteais) de llamar fascista a quien no lo es y eso nos quita una credibilidad enorme en determinadas discusiones. Yo he oido a gente de mi entorno decir que Bono es fascista y será muchas cosas pero creo que utilizar términos que no son correctos quita validez a muchos argumentos (cuando son argumentos y no meramente insultos, claro).
Antes de seguir, quisiera disentir seriamente con Julián en eso de que para ser laico hay que ser anticlerical. No veo necesidad de mezclar churras con merinas, sinceramente. Ser laico supone plantear una división radical entre, como dice Julio Anguita, lo que está de tejas para arriba de lo que está de tejas para abajo. Lo cual no quiere decir que haya que derribar a los que miran hacia el cielo. Otra cosa es, claramente, cuando te enfrentas a gente como Rouco pero ese elemento no representa a toda la Iglesia, sí a sus jerarcas pero no a toda la base.
Ala, ya me he liado a decir de todo… bueno, que yo venía a contar que, efectivamente, debemos estar muy atentos (ya lo estábamos pero ahora más) a esos movimientos «neofascistas» que se están dando y que el PP ya está asumiendo como propios y que CIU planteaba desde hace tiempo. Lo de PSC y ERC todavía estoy valorándolo aunque creo que unirse al enemigo no es precisamente la mejor estrategia cuando lo que quieres es que no avance… (y lo digo más por ERC, evidentemente).
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