Forma parte del relato de «La Transición» un endiosamiento generacional tan llamativo como torpe. Este verano descubrí con cierta gracia que a mis (entonces) casi 42 años, estaba justo en la mediana de edad de España, esto es, que la mitad de los españoles son mayores y la mitad menores que yo. Hay una abrumadora mayoría de españoles que no vivimos La Transición, muchos millones son incluso demasiado jóvenes para haberse aprendido el credo de La Transición que locutó Victoria Prego en los 90. Ese endiosamiento generacional nos explica que hubo una generación inteligente y generosa que diseñó en un despacho sin influencia popular un régimen democrático y que aquí estamos. Y que los jóvenes (los menores de 50 o 60 años, que con la juventud se es generoso) somos tan mezquinos e ignorantes que vamos a echarlo todo por la borda.

Cayetana Álvarez de Toledo es una de las mujeres de FAES, de Aznar, vaya. Fue diputada del PP, tuvo distintos cargos en FAES y ahora escribe en El Mundo y opina en la Ser. Es la autora del «No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena» con el que tuiteaba una anécdota familiar, suponemos que inventada, a raíz del más grave error del Ayuntamiento de Madrid en cuatro años, Ayer escribió muy molesta con Lucía Méndez por haber escrito que la generación de Felipe González y Aznar no es ni mejor que la actual generación de políticos y periodistas.

Por edad, a Álvarez  de Toledo le podría haber molestado que le equipararan con Aznar y González (a mí, ciertamente, no me gustaría que me equipararan al menos moralmente con esos dos personajes). Pero no: «sin caspa en la mirada y modernamente anti-identitarios, lo tercero que une a Aznar y González es su adulta juventud frente a la mayoría de los políticos y periodistas de nuestro parvulario nacional. Tan pueriles y tan viejos a la vez.» La patrona de FAES traza una línea generacional (los menores de 50 años) y muestra a las claras que quienes en los 70 y 80 protagonizaban la política española eran brillantes y los actuales son unos memos. No le hace falta ni argumentarlo: simplemente enumera a los grandes líderes de la Transición (olvidando, casualmente, a Carrillo, Marcelino Camacho, Dolores Ibárruri…) y a los pequeños personajes que habitan hoy nuestra política (donde también hay olvidos: Pablo Casado, Albert Rivera… y cualquiera de los suyos, quizás por prudencia: quien falsifica los estudios también puede haber falsificado la edad). Lo único que debe de unir a ambas generaciones es que están compuestas sólo por hombres. Pero a Álvarez de Toledo no le hace falta explicar por qué unos son mejores y otros son peores: simplemente salta a la vista. Es curioso, por cierto, que se incluya a Aznar como parte de la generación del 78, cuando era un desconocido que estaba en La Rioja escribiendo artículos joseantonianos.

La idea no puede ser más boba. A muchas personas de la generación de nuestros padres y abuelos sí que hay que reconocerles una generosidad con su país inmensa: quienes se jugaban la libertad, la salud y la vida por la democracia frente a la dictadura. Afortunadamente nosotros no hemos tenido que demostrar que, en circunstancias parecidas, también habría unos cuantos miles de personas jugándoselas por su país. No hay nada más mágico (y menos liberal, por cierto) que pensar que hay generaciones mejores que otras. Es un colectivismo tan ridículo como pensar que hay razas, naciones o sexos mejores que otros.

Pero además es un relato suicida. ¿Le están diciendo a la grandísima mayoría de españoles que su generación (sus generaciones) es una porquería que está hundiendo España? ¿Pretenden así ganarse el afecto a su obra? ¿Diciéndonos que la admiremos porque somos unos mierdas que nunca llegaremos a hacer nada inteligente? Brillante idea, Cayetana, brillante idea.