Este pasado mes de junio se cumplieron diez años del tamayazo. Y surgieron algunas informaciones interesantes: un libro de Felipe Serrano, un reportaje con apuntes del propio Tamayo y las tímidas primeras declaraciones de María Teresa Sáez en TintaLibre, una entrevista a Balbás en Cuatro (en la que dice poco pero suelta flecos para entender mucho más)…

Del tamayazo en realidad sabemos poco: que había un par de diputados del PSOE sin ningún tipo de escrúpulos políticos miembros de una fracción interna del PSOE que se movía como una bisagra de un lado interno a otro exclusivamente para sacar un rédito (cargos y poder) que sobredimensionara su peso real (todo ello adornado de una prepotencia intelectual digna de mejores intelectos: supongo que para vestir la mezquindad es necesario simular que en realidad es inteligencia); que esos dos diputados decidieron una mañana romper la baraja y dejar que el PP asumiera la presidencia de la Asamblea de Madrid (aún no de la Comunidad de Madrid, sólo de su parlamento); que en los meses sucesivos sólo se consiguió que una comisión de investigación e investigaciones periodísticas sacaran a la luz los movimientos de una serie de personajes vinculados al PP (o con importantes responsabilidades en él) como los constructores Bravo y Vázquez, el abogado Verdes, el ex diputado catalán del PP y dueño de Intereconomía Julio Ariza y Ricardo Romero de Tejada; que Esperanza Aguirre llegó a la presidencia de la Comunidad de Madrid y la desmanteló sin pararse a consideraciones legales para beneficio de constructores, caciques y demás corruptos con Cajamadrid siempre en el centro; y que Tamayo está hoy dedicado a negocios de construcción en Guinea Ecuatorial.

Pero de la unión de todo lo que se publicó alrededor del décimo aniversario del tamayazo uno saca una impresión. Que no hubo un solo tamayazo sino al menos dos (o dos sentidos del tamayazo). Uno tendría por objeto dar la presidencia de la comunidad al PP de Esperanza Aguirre, sí, y es lo que finalmente consiguió y lo que eclipsa todo lo demás: es el que tendría más trascendencia penal si los jueces y fiscales hubieran investigado algo y revela la inmensa podredumbre del Partido Popular de Madrid, cuyo referente estatal es sólo un aprendiz. El otro tamayazo es quizás más interesante políticamente pues probablemente no trataba de evitar el cambio de partido(s) en el gobierno que permitían las urnas sino sólo impedir un cambio de políticas.

Simancas había anunciado un cambio en Cajamadrid (empezando por la sustitución de Blesa), había declarado que pondría coto al ladrillazo que veníamos sufriendo la mayoría social de Madrid y un tercer elemento al que uno no había hecho mucho caso como motor del tamayazo hasta que lo incluyó expresamente como factor de la ecuación Simancas en una entrevista estos meses: el mantenimiento del carácter público de nuestra Sanidad. Y aquellos anuncios eran creíbles.

La lógica del bipartidismo implica que puede haber cambio en el partido de gobierno, pero no cambio de políticas. Este otro tamayazo, de ser cierta la idea que uno se hace, pretendía sólo marcarle el terreno a Simancas: puedes gobernar, Rafa,pero por ahí no. Por eso el tamayazo no se habría esperado a la investidura del presidente de la Comunidad sino a la secundaria presidencia de la Asamblea de Madrid, como aviso de lo que se venía encima si no se atendía a razones. Por eso Esperanza Aguirre reitera que ella nunca pensó que Simancas fuera a ser tan idiota y que pensó que acabaría negociando y siendo presidente de la comunidad (sabiendo a qué atenerse); por eso personas de tan diversa procedencia aparente pero con tan confluyentes intereses reales participaron en tan diversos lugares (universidades, despachos de constructores -de diversos constructores-,…) en reuniones tan soprprendentes; por eso, por cierto, Zapatero y Blanco dieron carpetazo a la posible investigación cuando realmente tuvieron medios para emprenderla.

No creo que Simancas hubiera sido el Lenin de Madrid. Los cambios que aparentemente se disponía a emprender eran modestos pero positivos. Ay, pero chocaban con los intereses de quienes realmente mandan y cuya red clientelar madrileña tiene sólidas y demasiado extendidas raíces.

El tamayazo evidente, el que acabó con Esperanza Aguirre en la Puerta del Sol, es el más estruendoso y ojalá algún día se conozcan las pruebas que puedan llevar a la cárcel a algunos de los responsables.

Pero ese segundo tamayazo es extremadamente importante para entender la política real, la dificultad real de los cambios, la lógica de nuestra acotadísima democracia y la extensión de la podredumbre.

Es un tamayazo mucho menos intuible, pero de una importancia política mucho más radical.