Fui el sábado a ver una mesa redonda en la Fiesta del PCE sobre el tratamiento de la República en los medios de comunicación. Hubo consenso (¡cómo iba a ser de otra forma!) en que la monarquía en España es un tabú para los grandes medios y hubo quien contó una anécdota muy llamativa. Contó Javier Ortiz que cuando fue nombrado Javier Solana Ministro de Asuntos Exteriores tras la muerte de Fernández Ordóñez nadie localizaba a Juan Carlos de Borbón. La participación del Borbón es indispensable en el nombramiento de ministros. El Mundo fue muy crítico con el Jefe del Estado y fue entonces aplaudido por su valentía. «¿Valiente?» se preguntó a sí mismo Javier Ortiz «¡Y unas narices!«; y explicó lo que realmente había pasado para que El Mundo adoptase esa postura crítica con de Borbón.

Al parecer en la Casa Real había gente que andaba un poco harta de que el monarca pasara olímpicamente de las pocas obligaciones laborales que acarrea el cargo (1: Nota importante). La ausencia en un momento como el citado fue aprovechada por miembros de la Casa Real para llamar a El Mundo y darles instrucciones de que dieran un toque de atención al monarca para que viera que con fuego no se juega. Así, la crítica al Borbón no era más que una forma de servir a y reforzar la monarquía. Las críticas al Rey también las impone La Zarzuela si es necesario.

La anécdota no sólo sirve para ilustrar el escaso amor al trabajo que maneja el primero de los españoles, algo sobradamente conocido y remarcado con su última ausencia notable (cuando nació su última nieta, Sofía de Borbón Ortiz). Lo más llamativo es cómo aparece la figura del Borbón como un simple cartel detrás del cual habría gente dispuesta a imponer líneas editoriales, esto es: criterios políticos.

Se refleja con esto uno de los grandes problemas de la monarquía: que es mentira que no tenga poder político. Efectivamente el monarca tiene influencia política y de hecho Sabino Fernández Campo criticó que no la hubiera ejercido para impedir que al matrimonio celebrado entre personas del mismo sexo se le llamara matrimonio, como antes había pedido que el Borbón mostrase públicamente su opinión contraria a las reformas estatutarias. Sabe lo que se dice: él fue durante años Secretario General (y Jefe) de la Casa de Su Majestad el Rey, cargo en el que sustituyó a Alfonso Armada (Juan Carlos de Borbón, como se ve, suele elegir a demócratas de centro-izquierda para que dirijan sus asuntos).

Sabino Fernández Campo conoce perfectamente la influencia política que puede manejar el monarca y el tipo de ideas que siempre han salido de La Zarzuela. Pero en el fondo todos sabemos que las ideas reales son un factor político que a veces resulta determinante. Es un factor que manejan quienes defienden la monarquía diciendo que es mejor una monarquía con Juan Carlos que una república presidida por Zaplana: asumen que el monarca tiene unas ideas y que éstas influyen, pero se consuelan argumentando que esas ideas podrían ser aún peores.

La Monarquía no es sólo simbólica: es el mascarón de proa por el que un grupo influyente y reaccionario que maneja un poder que nunca ha obtenido legítimamente.

(1) El propio Javier Ortiz ha matizado los hechos que cuento en los comentarios (¡qué nivelón!) y es obligado reproducirlo:

«Hola, amigos y amigas.
Ya sé lo complicado que es citar literalmente cuando se trata de algo oído, pero lo cierto es que yo no dije que la Casa Real ordenara nada a “El Mundo”. Como nunca improviso, sino que leo lo que antes he escrito, puedo citarme literalmente. Dije: “La dirección de ‘El Mundo’ se limitó a atender una petición expresa formulada por gente muy prominente de la Casa Real”. Dos diferencias de importancia: no hubo ninguna orden -no habría podido haberla- y no fue la Casa Real en tanto que tal, sino “gente muy prominente”.
Era sólo por precisar las cosas.
¡Saludos republicanos!
Javier Ortiz»