Ha anunciado esta mañana la Comunidad de Madrid que este año sólo se han quemado en todo el verano 0.6 hectáreas de superficie arbolada, una cantidad casi despreciable que el también despreciable Granados ha calificado de cifra históricamente baja.

¿Qué se ha hecho para conseguir este éxito? El invierno prometió muchos incendios: fue un invierno humedísimo que ha generado mucha vegetación nueva lo que aumentaba el riesgo de incendios. ¿Se han aplicado novedosos instrumentos preventivos? ¿Por fin se ha limpiado el monte en invierno? ¿Acaso se ha incentivado la ganadería para que el propio pastoreo vaya limpiando de arbustos el monte? ¿Quizás la salida de Federico de la COPE ha reducido la piromanía?

Nada de eso: simplemente ha habido una honda crisis inmobiliaria. No hay ningún incentivo para construir más porque lo que se construye no se vende. Y si no se quiere construir, no es necesario arrasar ningún bosque. Y cuando la construcción se hunde conseguimos que no haya incendios, que los bosques siempre han querido dar confianza a los mercados.

La mejor política de prevención de incendios habría sido impedir que nadie consiguiera obtener un duro de ninguno de los incendios que han ido destrozando Madrid. Si todo el mundo hubiera sabido que en los cincuenta años siguientes a un incendio forestal nadie construiría en la superficie quemada, 2010 no habría sido un año histórico, sino un año más.

La mejor (la única) política en defensa del medioambiente es el cambio de modelo económico.

Este verano, sin que ardieran los bosques, se conmemoró el décimo aniversario del incendio que arrasó el monte Abantos. Aquel incendio nunca se hubiera producido si la política inmobiliaria en Madrid (como en buena parte de España) no fuera la que lleva a que la falda de Abantos esté hoy como se ve en la foto:

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