Si no me equivoco, la de IU-Chamberí fue de las primeras asambleas que se han celebrado para discutir los documentos y elegir delegados de cara a la IX Asamblea Federal de Izquierda Unida. Se celebró ayer.

Para poner en situación, en la asamblea de Chamberí hay una amplia mayoría de sectores críticos y con personas que se han destacado por su participación en asambleas de militantes y encuentros que han facilitado la elaboración del documento de Otra IU es posible. Hay también dos militantes del POR (partido trotsquista integrado en la corriente REDES, que ha llegado a un acuerdo con la AP-2), aunque con una cierta capacidad de conseguir que en las votaciones aparezcan militantes debajo de las piedras, garantizándoles la posibilidad de obtener cargos o, en este caso, delegados. Además hay un militante claramente integrado en la mayoría regional madrileña, es decir, a Ángel Pérez. También hay una compañera que participa y comparte el espacio de IU Abierta. Y un número indeterminado de gente que no se ha posicionado en torno a una de los tres documentos en liza.

La Asamblea comenzó con la defensa de cada uno de los documentos por parte de dos personas ajenas a la asamblea (aunque conocidos por todos nosotros), más este compañero afín a Pérez que defendió el manifiesto firmado por cinco hombres que se presenta como documento. Posteriormente se abrió un turno de palabra en el que intervinimos bastantes personas. Lo que defendimos todos no difería demasiado en lo sustantivo, salvo que algunos tratamos de hacer ver la incoherencia de que algunas personas defendieran determinadas cosas (antagónicas en algún caso con lo dicho hace pocos meses). En mi caso me centré en que el papel lo aguanta todo salvo que el papel contemple plazos claramente fijados, cifras mínimas de renovación, y sea lo suficientemente concreto como para que se pueda pasar factura a quienes salgan en las nuevas direcciones: eso sólo sucede en el documento de Otra IU es Posible. Y también planteé que entre posiciones que vienen ahora de IU Abierta y lo que se está proponiendo desde Otra IU es Posible hay mimbres para el consenso que se deberían explorar; eso será tema para otro día. En este sentido, las conclusiones en las que hubo acuerdo general (si hubo quien disentía, no lo manifestó) fue que llamábamos a la gente que lo tiene en su mano a un esfuerzo por llegar a un documento a partir de los dos realmente existentes. Entendemos varios y (obviamente) nadie lo negó que, con los matices que se quiera, las posiciones escritas no son tan distantes y que si desde ambos lados se hace un esfuerzo por la unidad y por la sincera y amplia renovación de prácticas y también de personas, es posible conseguir que de la IX Asamblea salga el embrion de una nueva Izquierda Unida en la que quepa muchísima gente. Con esa propuesta no tenía sentido presentar enmiendas a los documentos, al margen de que la forma en que se enmiendan tres documentos políticos y dos de estatutos se presenta como una entelequia.

Pasamos, pues, a la elección de los seis delegados que nos corresponden. Durante los últimos días habíamos llegado algunos compañeros a pensar una lista que reflejara la pluralidad real de la asamblea (más allá de militantes desconocidos que sólo aparecen para votar: teníamos un empeño claro por diferenciar la pluralidad real de la pluralidad legal). En esa lista sería mayoritaria, como lo es en la asamblea, la posición de los críticos con las direcciones federal y regional y optábamos por que la minoría de la asamblea fuera representada por la compañera integrada en IU Abierta. Se planteó por parte del POR y de su compañero coyuntural en esta asamblea (por participar ambos en la AP-2), la necesidad de que ellos tuvieran presencia en la lista para evitar que presentaran una lista alternativa. Muchos estábamos dispuestos a ceder el trabajo de la asamblea (los cargos pequeñitos pero que suponen un trabajo real) a una nueva mayoría si ésta se manifestaba en la asamblea: no tiene sentido ser mayoritarios a la hora de votar, pero que el trabajo, la iniciativa y hasta la limpieza de la sede corra a cargo de aquellos a quienes la asamblea no siente como representativos.

Con la voluntad de mantener el buen clima que suele presidir nuestra asamblea, se hizo un esfuerzo unitario. Por parte de los críticos me tocó a mí llevar la negociación, pese a que soy pésimo en esas lides. Creo que de nuevo volví a mostrar que lo soy. Efectivamente se llegó a un acuerdo que incluía a la persona afín a la mayoría madrileña y colocaba al POR en la primera suplencia. Por medirlo en términos de apoyo a los documentos, la lista era un 4-1-1 (más el suplente afín a la AP-2). Era en teoría un acuerdo aceptado por todos y con el que yo creía haber sido mucho más generoso que lo debido, pensando que debía una explicación a los compañeros validísimos que quedaban fuera de la lista por no participar de familias y a quienes probablemente no fueran a compartir el acuerdo al que había llegado desde posiciones que yo podía compartir. Pero por otra parte, me alegraba de poder ofrecer una lista unitaria que mostrase que Izquierda Unida puede cambiar sin romperse. Nunca supimos qué hubiera hecho la compañera de IU Abierta en caso de haber dos listas.

Llegó la votación y sorprendentemente el miembro del POR que iba a ir de suplente (según el acuerdo del que él había participado) se fue y no votó. Sus compañeros se abstuvieron. Es decir, los compañeros del POR me dejaron con el culo al aire saltándose un pacto difícil sin aportar mayores explicaciones. Por ahí aprendo una valiosa lección cargada de futuro. Hubo también abstenciones argumentadas y profundamente leales basadas en una crítica que comparto absolutamente: fue una lista que se cerró en la horrorosa clave de familia. Yo mismo llegué a un acuerdo basado en prácticas que detesto y que no paro de decir que aborrezco. Por tanto no puedo ser más autocrítico con el resultado de mi trabajo, que ha resultado incoherente, aunque espero que sirva para aprender qué hay que cambiar en IU y cómo debo cambiar yo mismo. El año que viene se renueva el Consejo Político y desde luego la práctica y los criterios de su renovación tienen que ser otros.

Una asamblea de base es una asamblea más. Creo que en la nuestra hubo aciertos y errores. Los aciertos son la defensa de la unidad pese a los constatables desacuerdos, la salida hacia delante sin generar demasiadas heridas pero sin ocultar las diferencias y haber evitado una ruptura (ciertamente posible a lo largo de la tarde de ayer) de la Asamblea. Los errores son ambos míos. El primero una cierta ingenuidad (quiero pensar que fruto de la inexperiencia) al aceptar ceder sin obtener a cambio siquiera el respaldo político (mediante el voto) o personal (hubo quien, tras llegar a ese acuerdo conmigo me explicó lo sectario y cerrado que soy pese a que voy de santón) de quienes se suponía que aceptaban el acuerdo. El segundo la incapacidad de generar acuerdos de listas que superen las dinámicas familiares que nos tienen donde estamos.

Lo único que cabe pensar es que de esos errores y aciertos tomaremos nota en Chamberí para el futuro y que otros compañeros y compañeras que no han celebrado sus asambleas podrán también servirse de ellos para potenciar los aciertos y ahorrarse mis errores.