Se nos va Ana Botella. La mujer que elevó el papel del cónyuge de presidente de gobierno a un nivel que no había tenido nunca antes ni felizmente ha tenido después. El pesebre mediático (que entonces no intentaba ocultar que Aznar es tonto) nos la presentaba como la inteligente de la familia. Hoy no sabemos si es la más inteligente de la familia pero sí que comparada con el bípedo medio es bastante zoquete. Pero no se nos va como intelectual, como profesora universitaria… Se nos va como alcaldesa. Y ahí creo que está habiendo cierta injusticia en su valoración.

No porque haya sido buena alcaldesa. En absoluto. Ana Botella se va al día siguiente de que una rama mate al segundo madrileño de este verano, en el que se han caído decenas de ramas de árboles fruto de los recortes. Cada vez que ha habido un problema en Madrid se ha mostrado como una incompetente. De hecho en algunos casos se defendía así, afirmando su incompetencia, como cuando intentó hacer como que la huelga de limpieza no iba con ella porque era un conflicto entre empresa y trabajadores. Es la alcaldesa que se fue a un spa de lujo en Lisboa preocupadísima con la muerte de cinco chicas en un recinto municipal y lanzó la consigna al pesebre mediático de que había sido mala suerte, que sus amigos habían vendido las entradas permitidas. Una alcaldesa que ha tenido una crisis de gobierno cada quince días. Un desastre.

Pero de ahí a hablar de «la peor alcaldesa de la democracia» va un trecho. Ni siquiera tengo claro que sea la más zoquete (recordemos que hemos tenido de alcalde a Álvarez del Manzano, haciendo tándem con el fascista Matanzo -ese que pasó del PP a Alianza por la Unidad Nacional sin tener que cambiar de ideas-). Álvarez del Manzano ya empezó a tirar de obra como si esa fuera la única política municipal posible y agujereó Madrid. Pero nada comparado con Alberto Ruiz-Gallardón quien sí que merecee a mi juicio la distinción de peor alcalde que se recuerda en Madrid. Madrid está arruindada para mucho tiempo por un volumen de gasto para las constructoras que haría creer a los malpensados que estaba incentivado por  la financiación al partido y los sobres a los decisores como única posible explicación. Madrid no se arruinó por buscar una vida mejor para los madrileños sino por enterrar una autovía de forma ilegal (el 75% de la obra incumplía la legalidad medioambiental según los tribunales), por preparar unas olimpiadas y otras y otras que nunca llegarían… No busquéis en Madrid una escuela infantil pública: a los gigantescos impuestos municipales (un IBI que sube cada año hasta lo inasumible) no se contraponen servicios públicos que nos hagan la vida mejor (y más barata) sino sólo deuda con bancos para pagar a constructores. A los mismos constructores que hacían «donativos» al PP.

Probablemente Ana Botella tenía un gran potencial como pésima alcaldesa. Pero el legado de Gallardón no le dejó desarrollarlo y sólo hemos podido ver lo inútil que es resolviendo problemas. Seguro que si hubiera podido habría tenido brillantes ideacas que nos deslumbraran a todos. Pero Madrid ha sido el paradigma de la política de saqueo de lo público y forraje de los constructores del PP. Ninguna ciudad está arruinada como Madrid, ninguna ciudad tiene la hipoteca que tiene Madrid por el saqueo iniciado por Álvarez del Manzano y elevado a arte por Gallardón. Ante eso Ana Botella no ha podido ni presentar una nueva candidatura olímpica con su sello personal, que tan felices nos habría hecho: su relaxing ridículo internacional también forma parte del legado de sus antecesores.

Ana Botella se va. Probablemente el PP también se vaya de Madrid. Ojalá para siempre. La pujanza con la que se está tejiendo la posible candidatura Ganemos Madrid es hoy una alternativa real de poder municipal y esperemos que autonómico. En el PP lo saben y por eso centran su batalla en Madrid. Ganaremos. Y tendremos que tener valor e inteligencia para no dejarnos enterrar por el legado de ruina y saqueo que habrá dejado el PP de Madrid.