Uno de los grandes avances de la sociedad española en las últimas décadas ha sido una asunción de que todo movimiento emancipador es miope si no incluye una nítida defensa de las diversidades y de la emancipación de todas las identidades tradicionalmente subordinadas. El feminismo y el movimiento LGTB+ son la punta de lanza más visible hoy de una defensa la diversidad que se expresa en muchísimos ámbitos. En estos días de crisis sanitaria, en cambio, se ha expresado un supremacismo que tenemos tan interiorizado que casi ha pasado desapercibido: un supremacismo generacional.

En los primeros días, cuando parecía que el virus podría generar un problema sanitario muy inferior a la crisis que estamos sufriendo, se nos presentaba como alivio que el virus sólo era letal con las personas mayores y enfermas. Como si conforme se van cumpliendo años la vida fuera un derecho menos valioso. ¿Quién fue el primero a quien se le ocurrió contar la edad de los muertos no como un dato científico útil para entender la pandemia sino como un alivio útil para mantener la calma? Imposible saberlo: pasó desapercibido.

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