Más allá de la precariedad del criterio de Gande-Marlaska, resulta interesante la afirmación atribuida al alcalde de Puerto Real según la cual «el rey es de naturaleza corrupta«. Confieso que le he dado unas cuantas vueltas a la frase, a pesar de que no puedo estar seguro de que el orador la usara (no he escuchado grabación alguna del acto por el que es citado a declarar; sólo transcripciones periodísticas). No se trata de examinar al acusado, sino de la propia frase.

Ayer mencionaba un detalle importante: la frase no dice que ‘Juan Carlos de Borbón es de naturaleza corrupta‘, sino ‘el rey es de naturaleza corrupta‘. Si la frase fuera la primera, sería una obviedad el error: el corrupto no nace, sino que se hace. Si Juan Carlos de Borbón fuera un corrupto, lo sería por un montón de motivos educacionales bien obvios: vivió rodeado de privilegios, sabiendo que nada de lo que hiciera en provecho propio sería nunca castigado, de la mano desde muy pequeño de un sanguinario dictador que utilizó el Estado como instrumento para amontonar una importante fortuna familiar y con el dogma monárquico según el cual el Estado y su familia eran la misma cosa (dogma alentado por los pelotas de la corte durante los últimos 33 años). Si Juan Carlos de Borbón hubiera sido dado en adopción en secreto a una familia normal al nacer, que nada supiera del origen del crío, no hubiera tenido ese entorno ni heredado vicios dinásticos. La corrupción no va en los genes.

¿Y en el cargo? Si la frase de José Antonio Barroso hubiera sido ‘La monarquía es de naturaleza corrupta‘ no hubiera sido posible discutirla. La monarquía tiene como esencia la absoluta confusión entre lo público y lo privado (hasta el punto de que existan las ‘bodas de Estado’). El hecho mismo de que Juan Carlos de Borbón no tenga que responder de la distribución que hace del presupuesto de la Casa Real es una consecuencia (evitable) de la consideración de que el Estado, el soberano, sigue siendo el monarca: ¿ante quién va a responder, si los responsables políticos responden ante el ente soberano? El rey es irresponsable, no responde, porque no hay diferencia entre lo público (el Estado) y lo privado (su majestuosa persona). Los colegios de los niños, el trabajo de las hijas y el/los yerno/s, las excursiones de caza (de animales o personas) del abuelo,… son obviamente pagadas por el erario público; y del colegio de los niños a la comisión por barril de petróleo importado hay un paso. Esa naturaleza de la monarquía no es una decisión personal del monarca, sino que es un efecto de la inexistente frontera entre los intereses públicos y la vida privada en una monarquía.

El rey, en tanto que rey, es de naturaleza corrupta porque su cargo lleva en su naturaleza la confusión entre lo público y lo privado. La persona de Juan Carlos de Borbón no es de naturaleza corrupta ni tampoco (esto es una obviedad) de naturaleza pura e inmaculada, sino que ha tenido la buena o mala fortuna de situarse en un lugar de la historia de naturaleza corrupta. El problema no es que sea hijo y nieto de corruptos o no lo sea. Si Franco hubiera designado a otro niño para pasear a su lado hasta heredar el poder, ese niño hubiera tenido un entorno muy parecido con efectos muy similares.

Todo esto no es una contribución a la defensa jurídica de José Antonio Barroso: nadie va a juzgar el delito, sino la osadía de decir de Borbón lo que se podría decir (y se han dicho cosas más graves) sin problemas de González, Aznar, Zapatero, Carod Rovira, Anguita o Arzalluz. Era sólo una digresión sobre la naturaleza de la persona, del cargo y de uno de tantos atavismos esenciales de la monarquía: que la persona y el cargo son la misma cosa. Del mismo modo que con la viñeta de El Jueves no se juzgaba si los príncipes tienen alguna actividad laboral más allá de la procreación, a José Antonio Barroso no le juzgarán más que por haber hecho objeto de su discurso al intocable monarca, a cuya persona se someten todos los demás principios.